sábado, 2 de mayo de 2009

El Estres: epidemia del Siglo XXI

“Estoy estresado/a”: vemos que todos los días las personas repiten esta frase para referirse a un estado de cansancio, agotamiento y malestar psíquico o físico que perjudica la calidad de vida.

“Me siento nervioso”, “Estoy todo contracturado”, “Me cae mal la comida”, “Me enfermo muy seguido”, “No me puedo concentrar en el estudio/ trabajo” son algunos de los síntomas de estrés agudo o crónico que podemos observar los que nos dedicamos a la Salud Mental.

Pero, ¿Qué queremos decir cuando hablamos del “estrés”? Y lo más importante: ¿Cómo podemos identificar las causas del mismo para así amortiguar el impacto negativo que ejerce en nuestra vida?

Originalmente el término estrés aparece en el siglo XIV, viene del latín strictus (presión) y deriva en del térmico inglés STRAIN, cuya definición es la que sigue: “una presión que se ejerce sobre algo o alguien ya que tiene demasiadas cosas de las que debe encargarse, o algo realmente muy difícil de resolver para los recursos de que dispone” Señalamos dos palabras: presión y recursos, conceptos clave para entender cómo funciona. Hay estrés cuando hay demasiada presión, pero esa presión: ¿es la misma para todos? La respuesta naturalmente, es no.

Las últimas investigaciones psicológicas arrojan de que no existe una sola causa para que alguien sufra de estrés, sino que es producto de la interacción de la persona con su contexto. Las personas son más o menos vulnerables al estrés y esto viene condicionado por su historia de vida pero también entran en juego variables socioculturales y cómo se desenvuelve el sujeto en ellas.

Esto quiere decir que lo que para una persona es estresante, para otra puede no serlo: depende de cada uno y del contexto en que esté. La presión se siente cuando las demandas del ambiente superan la capacidad de recursos que posea la persona para manejarla. También puede suceder que esta persona posea los recursos pero que no sepa que los tiene, y esto naturalmente impactará de manera negativa, creyendo que no puede “hacerle frente” sufrirá las consecuencias de esta presión.

Un concepto clave es el de los recursos: cuantas más habilidades demuestre la persona para afrontar ciertas situaciones que pueden ser estresantes, con más éxito podrá manejar el estrés. Y esto, si no viene “de fábrica” hay tratamientos psicológicos diseñados para desarrollarlas.

Por eso hoy en día se está hablando de la prevención: los psicólogos utilizan y potencian las fortalezas de sus pacientes e intentan analizar y disminuir los comportamientos más nocivos para la salud. Esto se puede abordar mediante un trabajo en conjunto, y la palabra “trabajo” es real: el paciente y el terapeuta tendrán que poner mucho de sí mismos para lograr un tratamiento exitoso.

Lic. Laura A. Valdez Web www.la-psicologia-hoy.blogspot.com
Psicóloga UBA Consultas lvaldez@psi.uba.ar

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