miércoles, 13 de mayo de 2009

Las Habilidades Sociales



¿Qué son las habilidades sociales?

Todos nos encontramos alguna vez en nuestra vida con situaciones difíciles de manejar en distintos ámbitos: en el trabajo, la escuela o facultad, lugares de consumo o de ocio, en transportes públicos, o en nuestros hogares. Estas dificultades muchas veces tienen que ver con nuestra forma de relacionarnos con los otros: malos entendidos, comentarios o fallas en la comunicación pueden jugarnos en contra.

Pasamos todo el día interactuando con personas, preguntando y respondiendo, divirtiéndonos y discutiendo. Con amigos, con la familia, con los vecinos, etc.
¿Ahora, se ha puesto a pensar cómo Ud. se relaciona con los otros? ¿Ha sospechado tener problemas en la comunicación con conocidos? ¿Cómo se comporta Ud. en una discusión (de ideas)? ¿Puede exponer su punto de vista y escuchar el del otro?
Todas estas son preguntas que nos hablan del grado de habilidades sociales que uno posee.

Las habilidades sociales son, pues, el conjunto de hábitos o conductas que nos permiten mantener eficazmente nuestras relaciones con las demás personas. Le permiten a la persona resolver problemas inmediatos y simultáneamente reduce la posibilidad de la aparición de futuros problemas.

Algunas áreas de las habilidades sociales son:

Iniciar y mantener conversaciones
Hablar en público
Expresión de amor, agrado y afecto
Defensa de los propios derechos
Pedir favores
Rechazar peticiones
Hacer cumplidos
Aceptar cumplidos
Expresión de opiniones personales, incluido el desacuerdo
Expresión justificada de molestia, desagrado o enfado
Disculparse o admitir ignorancia
Petición de cambios en la conducta de otros
Afrontamiento de las críticas


Piense cómo Ud. se desenvuelve en cada una de estas situaciones. Algunas pueden ser más dificultosas por naturaleza, como el hablar en público o rechazar peticiones. Hay una frase de un libro muy jocosa que dice: “Cuando digo NO me siento culpable”

Subrayamos el concepto de “habilidades” sociales ya que las habilidades se adquieren por aprendizaje, se modelan y como dijimos, se “entrenan”, así como sería con cualquier otra habilidad (andar en patines, nadar, tocar un instrumento, etc.) Si no han sido enseñadas durante la infancia, nunca es tarde para empezar en la adultez.


Lic. Laura Valdez

sábado, 2 de mayo de 2009

El Estres: epidemia del Siglo XXI

“Estoy estresado/a”: vemos que todos los días las personas repiten esta frase para referirse a un estado de cansancio, agotamiento y malestar psíquico o físico que perjudica la calidad de vida.

“Me siento nervioso”, “Estoy todo contracturado”, “Me cae mal la comida”, “Me enfermo muy seguido”, “No me puedo concentrar en el estudio/ trabajo” son algunos de los síntomas de estrés agudo o crónico que podemos observar los que nos dedicamos a la Salud Mental.

Pero, ¿Qué queremos decir cuando hablamos del “estrés”? Y lo más importante: ¿Cómo podemos identificar las causas del mismo para así amortiguar el impacto negativo que ejerce en nuestra vida?

Originalmente el término estrés aparece en el siglo XIV, viene del latín strictus (presión) y deriva en del térmico inglés STRAIN, cuya definición es la que sigue: “una presión que se ejerce sobre algo o alguien ya que tiene demasiadas cosas de las que debe encargarse, o algo realmente muy difícil de resolver para los recursos de que dispone” Señalamos dos palabras: presión y recursos, conceptos clave para entender cómo funciona. Hay estrés cuando hay demasiada presión, pero esa presión: ¿es la misma para todos? La respuesta naturalmente, es no.

Las últimas investigaciones psicológicas arrojan de que no existe una sola causa para que alguien sufra de estrés, sino que es producto de la interacción de la persona con su contexto. Las personas son más o menos vulnerables al estrés y esto viene condicionado por su historia de vida pero también entran en juego variables socioculturales y cómo se desenvuelve el sujeto en ellas.

Esto quiere decir que lo que para una persona es estresante, para otra puede no serlo: depende de cada uno y del contexto en que esté. La presión se siente cuando las demandas del ambiente superan la capacidad de recursos que posea la persona para manejarla. También puede suceder que esta persona posea los recursos pero que no sepa que los tiene, y esto naturalmente impactará de manera negativa, creyendo que no puede “hacerle frente” sufrirá las consecuencias de esta presión.

Un concepto clave es el de los recursos: cuantas más habilidades demuestre la persona para afrontar ciertas situaciones que pueden ser estresantes, con más éxito podrá manejar el estrés. Y esto, si no viene “de fábrica” hay tratamientos psicológicos diseñados para desarrollarlas.

Por eso hoy en día se está hablando de la prevención: los psicólogos utilizan y potencian las fortalezas de sus pacientes e intentan analizar y disminuir los comportamientos más nocivos para la salud. Esto se puede abordar mediante un trabajo en conjunto, y la palabra “trabajo” es real: el paciente y el terapeuta tendrán que poner mucho de sí mismos para lograr un tratamiento exitoso.

Lic. Laura A. Valdez Web www.la-psicologia-hoy.blogspot.com
Psicóloga UBA Consultas lvaldez@psi.uba.ar