domingo, 21 de agosto de 2022

¡Regresamos!

 Hola! Hoy quería hablarles de un problema que estamos teniendo en la Argentina, que es la pospandemia y los trastornos emocionales que provocó en toda la población, tanto en niños, adolescentes, adultos y gerontes. Quizás aceleró crisis en problemas de salud mental ya existentes, o simplemente, causado por el estrés del cambio rotundo en la situación mundial, el miedo a enfermarse o morir, hizo aparecer dificultades emocionales que antes no habrían aparecido.

Es muy importante en este tiempo ocuparse de la salud mental. Es prioritario para salir de la gran crisis que provocó el COVID 19. Por eso te doy estas sugerencias, según la edad:

Si eres adolescente: 

-Comunicate con tu familia, pídeles contención y compañía. Si tu familia no te brinda este acompañamiento, buscalo entre tus amigos, docentes, vecinos o referentes. No te quedes solo y aislado. Siempre va a haber alguien que esté dispuesto a escucharte.

-Está comprobado que las actividades sociales mejoran nuestro estado anímico. Busca juntarte con amigos, esto es muy importante en la adolescencia. No te encierres en tu habitación por demasiadas horas, busca salir a pasear, estar con gente.

-Cuida tus relaciones afectivas. No te quedes en relaciones perjudiciales o agresivas. Si tu pareja quiere aislarte de tus amigos o familia, es un gran llamado de atención.

-Si tienes miedos sociales, o te cuesta relacionarte luego de tanto tiempo sin socializar, pide ayuda profesional. Lo mismo si tenes demasiada ansiedad, depresión, o problemas de consumo de alcohol o drogas. Con un trabajo terapéutico, se puede caminar hacia la solución.

Si eres adulto:

-Como añadidura al apartado para los adolescentes, les diría: Trata de priorizar la salud mental de tu familia: observa más y mejor a tus hijos, pareja, y padres. Puede que ellos estén teniendo dificultades para lidiar con problemas emocionales producto de la pandemia y no te estés dando cuenta. Ofreceles tiempo de juego y de calidad, hablando, preguntándoles cómo les fue en su día, etc.

-Simplificate: no te llenes de actividades y cosas para hacer, sobre todo si no son prioritarias para el bienestar de tu vida y de tu familia. 

-Trata de hacer una cosa a la vez. No te estreses queriendo hacer todo al mismo tiempo. Este proceso se llama unicidad mental. Primero hago una cosa, luego cuando termino, hago otra. Esto calmará a tu mente y disminuirá la ansiedad.

-Resolución de problemas: la vida está llena de problemas, ya lo sabemos. Trata de resolverlos de la manera más efectiva posible. No le des vueltas a las cosas que no tienen solución. Tratá de pensar la salida más rápida al problema de forma tal que no te quite tiempo para hacer las cosas realmente importantes en tu vida.

-No descuides a las personas mayores. Ellos la pasaron super mal en la pandemia, estando aislados quizás más tiempo que cualquiera de los demás, por haber tenido más riesgo de muerte por el covid. Visítalos, llevales regalitos, mimalos, llamalos por teléfono. Ellos tienen menos movilidad, y posibilidades de salir, y quizás estén esperando tu visita.

Espero que les hayan servido estas sugerencias.

Cuidense!

martes, 7 de abril de 2015

Fobia Social: Trastorno de Ansiedad Social. Siempre avergonzado.

Introducción
¿Tiene miedo de ser juzgado por otras personas o de sentirse avergonzado todo el tiempo? ¿La mayor parte del tiempo se siente extremadamente temeroso e inseguro cuando está rodeado de otras personas? ¿Estas preocupaciones le dificultan llevar a cabo las actividades diarias, como hacer mandados o hablar con otras personas en el trabajo o la escuela?
Si es así, puede que tenga un tipo de trastorno de ansiedad llamado fobia social o trastorno de ansiedad social.
¿Qué es la fobia social?
La fobia social es un miedo fuerte a ser juzgado por otros y a sentir vergüenza. Este miedo puede ser tan potente que impide ir al trabajo o a la escuela o llevar a cabo las actividades de cada día.
Toda persona ha sentido ansiedad o vergüenza alguna vez. Por ejemplo, conocer personas nuevas o dar un discurso puede poner nervioso a cualquiera. Pero las personas que tienen fobia social se preocupan por éstas y otras cosas semanas antes de que éstas ocurran.
Quienes tienen fobia social tienen miedo de hacer cosas comunes delante de otras personas; por ejemplo, pueden tener miedo de firmar un cheque delante del cajero de una tienda, o pueden tener miedo de comer o beber delante de otras personas, o de usar un baño público. La mayoría de las personas que tienen fobia social saben que no deberían sentir el miedo que sienten, pero no lo pueden controlar. A veces terminan alejándose de lugares o eventos donde creen que podrían verse obligados a hacer algo que los avergüence. Para algunos, la fobia social es un problema sólo en determinadas situaciones, mientras que otros tienen síntomas en casi todas las situaciones sociales.
Usualmente, la fobia social comienza durante la juventud. Un médico puede determinar que una persona tiene fobia social si la persona ha tenido síntomas durante un mínimo de seis meses. Sin tratamiento, la fobia social puede durar muchos años e incluso toda la vida.
¿Cuáles son los signos y los síntomas de la fobia social?
Personas con fobia social tienen la tendencia de:
·         Sentir mucha ansiedad al estar rodeados de otras personas y tener dificultad para hablar con ellas a pesar de querer hacerlo.
·         Sentirse tímidos y avergonzados delante de otras personas.
·         Tener mucho miedo de que otras personas los juzguen.
·         Preocuparse por muchos días o semanas antes de un evento donde habrán otras personas.
·         Alejarse de lugares donde hay otras personas.
·         Tener dificultad para hacer y conservar amistades.
·         Sonrojarse, sudar o temblar cuando están rodeados por otras personas.
·         Tener náuseas o malestar en el estómago cuando están con otras personas.
¿Que causa la fobia social?
A veces la fobia social tiene un factor genético importante, pero nadie sabe con seguridad por qué algunas personas la tienen y otras no. Los investigadores han descubierto que el miedo y la ansiedad involucran varias partes del cerebro. Al aprender más sobre cómo funciona el miedo y la ansiedad en el cerebro, los científicos podrán crear mejores tratamientos. Además, los investigadores están intentando descubrir de qué manera el estrés y los factores ambientales pueden estar involucrados.
¿Cómo se trata la fobia social?
Primero, hable con su médico o su psicólogo acerca de sus síntomas. El médico le realizará un examen para asegurarse que no sea otro problema físico el que está causando los síntomas.
Por lo general, la fobia social se trata con psicoterapia, medicamentos o ambos.
Psicoterapia. El tipo de psicoterapia llamada terapia cognitiva-conductual es especialmente útil para tratar la fobia social. Le enseña a la persona diferentes maneras de pensar, comportarse y reaccionar a distintas situaciones con el objetivo de ayudarla(o) a sentirse menos ansioso o temeroso. También puede ayudar a las personas a aprender y a practicar cómo desenvolverse socialmente.
Medicamentos. Los médicos también pueden recetar medicamentos para ayudar a tratar la fobia social. Los medicamentos que se recetan con más frecuencia para la fobia social son los ansiolíticos y antidepresivos. Los medicamentos ansiolíticos son fuertes y existen diferentes tipos. Muchos hacen efecto de inmediato, pero generalmente no deben tomarse durante largos períodos de tiempo.
Los antidepresivos se usan para tratar la depresión, pero también sirven para tratar la fobia social. Probablemente sean más comúnmente recetados para tratar la fobia social que los medicamentos ansiolíticos. Los antidepresivos pueden tardar varias semanas en hacer efecto, incluso algunos pueden causar efectos secundarios, como dolor de cabeza, náuseas o dificultad para dormir. Generalmente, para la mayoría de las personas, estos efectos secundarios no se convierten en un problema, en especial si se comienza con una dosis baja y se aumenta lentamente con el paso del tiempo. Hable con su médico acerca de cualquier efecto secundario que tenga.
Toda persona que tome antidepresivos debe ser supervisada de cerca, especialmente cuando comienza un tratamiento con estos medicamentos.
A algunas personas les va mejor con la terapia cognitiva-conductual, mientras que para otras son mejores los medicamentos. Incluso para otras, lo mejor es una combinación de los dos. Hable con su médico acerca de cuál es el tratamiento indicado para usted.
¿Qué se siente tener fobia social?
"En la escuela siempre tenía miedo de que me preguntaran algo los profesores, incluso cuando sabía las respuestas. Cuando conseguí empleo, no me gustaba reunirme con mi jefe. No podía almorzar con mis colegas. Me preocupaba que me miraran o me juzgaran, y me preocupaba quedar como un tonto. Cuándo pensaba en las reuniones, el corazón me latía fuertemente y comenzaba a sudar. Esas sensaciones empeoraban a medida que se acercaba el evento. A veces no podía dormir ni comer por muchos días antes de una reunión de personal".

"Estoy tomando medicamentos y trabajando con un psicólogo para lidiar mejor mis miedos. Tuve que trabajar duro, pero me siento mejor. Me alegro de haber hecho esa primera llamada a mi médico".

Consultas:

Lic. Laura Valdez
Tel: 153-942-7636
Mail: lvaldez@psi.uba.ar

jueves, 30 de enero de 2014

Trastorno Obsesivo Compulsivo. Cuando pensamientos indeseados toman control.

Trastorno Obsesivo-Compulsivo.
      Cuando pensamientos indeseados toman el control.


Introducción

A veces, todos chequeamos las cosas dos veces, por ejemplo, chequeamos la cocina antes de irnos de la casa para asegurarnos de que esté apagada. Pero las personas con TOC sienten la necesidad de chequear las cosas una y otra vez o tienen ciertos pensamientos o realizan  rutinas y rituales una y otra vez. Los pensamientos y rituales del TOC causan angustia e interfieren con la vida cotidiana.

Estos pensamientos repetidos y perturbadores del TOC se llaman obsesiones. Con el fin de intentar controlar estas obsesiones, las personas con TOC repiten rituales o comportamientos, llamados compulsiones. Quienes tienen TOC no pueden controlar dichos pensamientos y rituales.

Ejemplos de obsesiones son el miedo a gérmenes, a ser heridos o herir a otros, y pensamientos perturbadores religiosos o sexuales. Ejemplos de compulsiones son contar o limpiar cosas, lavarse el cuerpo o partes de éste repetidas veces, u ordenar las cosas de un modo en particular, cuando estas acciones no son necesarias, y verificar todo una y otra vez.

Las personas con TOC tienen estos pensamientos y llevan a cabo estos rituales por lo menos una hora la mayoría de los días y a menudo por más tiempo. La razón por la que el TOC interfiere con sus vidas es que ellos no pueden detener estos pensamientos o rituales, de tal modo que, por ejemplo, en ocasiones faltan a la escuela, el trabajo, o reuniones con amigos. A veces, pueden llegar a dominar sus vidas.


Historia personal

“No podía tocar ninguna puerta o mostrador en áreas públicas. Sabía que no tenía mucho sentido, pero estaba aterrorizado de contagiarme de algún germen que pudiese matarme. Casi ni podía ir a lugares públicos, estaba tan asustado. Si pensaba que había tocado algo, tenía que lavarme las manos por horas. En ocasiones, me lavaba tanto que mi piel se ponía roja y a veces sangraba”.


¿Cuáles son los síntomas del TOC?

Las personas con TOC:
§  tienen pensamientos o imágenes repetidas sobre muchas cosas diferentes, como miedo a gérmenes, a la suciedad o los intrusos; cometer hechos de violencia; herir a seres queridos; llevar a cabo actos sexuales; tener conflictos con creencias religiosas; o la necesidad de mantener una higiene personal excesiva.
§  realizan los mismos rituales una y otra vez tales como lavarse las manos, abrir y cerrar puertas, contar, guardar artículos innecesarios, o repetir los mismos pasos una y otra vez.
§  tienen pensamientos que no pueden apartar de su mente y comportamientos indeseados que no pueden controlar por más esfuerzo que pongan en ello.
§  no obtienen placer de tales comportamientos o rituales, pero sienten un leve alivio de la ansiedad que estos pensamientos causan.
§  pasan por lo menos una hora al día con estos pensamientos o rituales, los cuales causan angustia e interfieren con sus vidas cotidianas.


¿Cuándo comienza el TOC?

Para muchos, el TOC comienza durante la niñez o adolescencia. La mayoría de las personas son diagnosticadas alrededor de los 19 años de edad. Los síntomas del TOC pueden aparecer y desaparecer y mejorar o empeorar en diferentes momentos.


¿Existe ayuda?

Por supuesto. El primer paso es que consulte con su médico para hablar sobre los síntomas. Quizás puedas llevar este folleto a la consulta para que le ayude a hablar sobre sus síntomas. El médico le realizará un examen para asegurarse de que no sea otro problema físico el que está causando los síntomas. Eventualmente, puede derivarlo a un especialista de salud mental.

Hay diferentes tipos de tratamientos para el TOC. Los médicos pueden pedir a las personas con TOC que vayan a psicoterapia. Un tipo de terapia llamada terapia cognitivo-conductual es especialmente útil para tratar el TOC. Enseña a una persona diferentes maneras de pensar, actuar, y reaccionar a situaciones y estas diferentes maneras de hacer las cosas ayudan a la persona a sentirse menos ansiosa y temerosa sin tener pensamientos obsesivos o sin tener que actuar de manera compulsiva.

Los psiquiatras también pueden recetar medicamentos para ayudar a tratar el TOC. Es importante saber que algunos de estos medicamentos pueden tardar varias semanas para empezar a hacer efecto. Los tipos de medicamentos utilizados para tratar el TOC son básicamente los antidepresivos y los ansiolíticos (medicamentos para controlar la ansiedad).

Para algunas personas la terapia es más efectiva, mientras que para otros lo son los medicamentos. A otro grupo le funciona mejor una combinación de los dos. Hable con su psiquiatra para saber cuál es el mejor tratamiento para usted.  


¿Por qué las personas tienen TOC?

El TOC tiene un componente genético, pero nadie sabe con seguridad por qué algunas personas lo tienen mientras que otras no.

Con el fin de mejorar los tratamientos, los científicos están estudiando qué tan bien funcionan diferentes medicamentos y terapias. En un tipo de investigación, las personas con TOC eligen participar en un ensayo clínico para ayudar a los médicos descubrir qué tratamientos funcionan mejor para la mayoría de las personas, o qué funciona mejor para los diferentes síntomas.


1. Adaptado de NIMH- NIH- USA.

jueves, 18 de julio de 2013

Ansiedad Social

Ansiedad Social



¿Qué es la ansiedad social?

Es un cuadro caracterizado por el extremo temor a enfrentar diversas situaciones sociales, ya sean en contextos familiares, sociales o en contextos académicos o profesionales. La persona que lo padece teme ser evaluado negativamente por parte de los demás, tener pensamientos de inutilidad y vergüenza mientras es expuesto a esas situaciones, y hasta llega a sufrir intensas manifestaciones de ansiedad, como sudoración, palpitaciones, enrojecimiento (sobre todo en las mejillas) o temblores (sobre todo en manos) El paciente también tiene temor de establecer nuevas relaciones de amistad o románticas, siendo las más típicas la dificultad a relacionarse con el sexo opuesto. Es por eso que muchas personas deciden recurrir al alcohol o a las drogas para “desinhibirse” y poder enfrentar estas situaciones.


¿Qué conlleva padecer ansiedad social?

La ansiedad social es un flagelo que causa estragos en la vida cotidiana de niños, adolescentes, adultos y gerontes. En la actualidad, se calcula que es uno de los trastornos psicológicos más frecuentes sobre todo entre adolescentes y jóvenes, y limita el normal funcionamiento y desarrollo. Muchas personas posponen momentos importantes de su vida, como el acceso a mejores posibilidades de educación o un mejor puesto de trabajo, por evitar exponerse a una situación de “examen”. Otras personas posponen sistemáticamente rendir evaluaciones por miedo a que los desaprueben. Así, muchas oportunidades de acceso a una vida mejor son desechadas por causa de la ansiedad social.


¿Es tratable la ansiedad social?

Por supuesto. Actualmente se acepta que la Terapia Cognitivo-Conductual es la mejor herramienta para abordar el tratamiento y solución de la ansiedad social. Se puede desarrollar tanto en terapia individual como en tratamiento grupal, siendo éste el que más cuenta con apoyo científico. En algunos casos se puede utilizar un componente farmacológico.


¿En cuánto tiempo puedo “curarme” de la ansiedad social?

El tiempo estimado de los tratamientos depende de las características y evolución del cuadro, y las características de la persona, pero en términos generales y sin ninguna otra complicación, puede hablarse de un promedio de seis meses de tratamiento.


¿Una vez “curado” de la ansiedad social no voy a sufrir más “episodios” de ansiedad?

Una vez recuperado del episodio agudo de ansiedad social, nosotros trabajamos con un programa de prevención de recaídas, en el cual se abordarán estrategias para que no vuelvan a ocurrir. Esta parte del tratamiento es fundamental, ya que será la herramienta que tendrán que poner en práctica los pacientes por sí solos una vez finalizado el programa.


sábado, 6 de abril de 2013

Previniendo el suicidio


Previniendo el suicidio




El suicidio puede ser mejor prevenido si se toma en serio, si puedo hablar con alguien en quien puedo confiar, y se interese por mí: si escuchan, están ahí, tratan de ayudar o conseguir la ayuda que necesito.
Se debe tener precaución! Alguien que está hablando, contemplando o haciendo planes fuera de lo común que puede preceder a un intento suicida merece ayuda inmediatamente. Esto debe ser tomado como una situación de emergencia.

Este es el relato de la autora que escribe esta nota, Mary Ellen Copeland, la cual tuvo ideas suicidas y eventualmente pudo aprender a deshacerse de ellas. Hoy es una especialista en prevención del suicidio:

“Cuando estaba deprimida, frecuentemente me obsesionaba terriblemente con pensamientos suicidas. En las etapas iniciales de mi ideación suicida, aún podía hablar con las personas de mi grupo, las que me escuchaban e intentaban convencerme de no quitarme la vida.

En algún punto, cruzaba la línea (muy rápidamente) donde decidía que iba a quitarme la vida. No sé qué me convencía de eso: creo que pudo haber sido imaginarme el rechazo o desaire de alguien que realmente me importaba, o sentirme extremadamente aislada, o en estado de tremendo dolor, ya sea físico o emocional. Era como atravesar una experiencia totalmente distinta. Mis planes suicidas se hacían más detallados. Decidía cómo, dónde, y cuándo lo haría. Pensaba quien yo quería (la policía) y quien no quería (mi familia y amigos) me encontraran. Dejé de hablar con la gente sobre mis intenciones suicidas. Actuaba como si todo estuviera bien.

Cuando otros me preguntaban cómo me sentía, trataba de convencerlos que me sentía “muy bien y estable”. Me volvía carente de emociones.

Usualmente, en ese momento me aislaba y rechazaba a la persona que me había hecho el “desaire” (siempre pasaba esto con alguien cercano mío). Esta persona, u otra de mi grupo de apoyo, terminaban confrontándome e instándome a conseguir ayuda, y así mi plan se arruinaba. Tal vez, esta dinámica la generaba yo intencionalmente (no estoy segura).

Habiendo sido una persona con pensamientos suicidas por muchos años, y habiendo cometido varios intentos de quitarme la vida, y mirando todo lo que aprendí en esos años de inestabilidad, te recalco a ti y a todos aquellos que tengan cambios bruscos de ánimo o pensamientos suicidas, que pongan en marcha un sistema de apoyo, y tomen medidas de precaución en lo referente a la medicación, armas de fuego, o con el auto.”

Toma estos consejos para deshacerte de los pensamientos suicidas:

Practica técnicas de relajación



Hay muchas técnicas de respiración y relajación que llevan a uno a un estado de profunda meditación. Recomiendo tomar un curso. A algunas personas les cuesta aprender técnicas de relajación por su propia cuenta pero les resulta más fácil con la ayuda de un gran profesor.

Practica todos los días, por lo menos una vez al día, varias veces si puedes. 10 o 15 minutos es suficiente. Pon varios horarios del día para relajarte. Hazlo a otras horas o más frecuentemente si comienzas a sentirte nervioso, si lo deseas o tienes problemas para dormir. Notarás que cuando estás relajado no estás deprimido. Mientras más practiques, mejor te resultará. Practica regularmente, pero si salteas alguna sesión, no entres en pánico ni abandones. Sólo retoma la siguiente vez.
·         Planeo relajarme diariamente a las …………………(horas del día)
·         
Puedes usar este tiempo fabuloso que pasas relajado para reveer tus logros pasados, traer pensamientos agradables, enfocarte en lecturas inspiradoras u obras de arte, meditar en tus afirmaciones, o cualquier cosa que te haga sentir bien. La relajación realmente te saca mucha presión de encima.

Tal vez hayas escuchado personas que te recomienden que hagas un ruido o que te repitas cosas para relajarte. Si tienes pensamientos suicidas, tal vez quieras repetir la afirmación “Elijo la vida”. Esto reemplaza “Me quiero morir” (este es el pensamiento que se repite continuamente durante los episodios depresivos). Si realmente lo crees, “Elijo la vida” se vuelve tan firme que se implanta en tu cerebro y entonces ya no puedes decir más “Me quiero morir”. La estrategia es simple, económica, segura y no-invasiva.
·        
Date a ti mismo el mensaje de “Vive!”. Obviamente no puedes estar relajado todo el tiempo. Pero sí puedes reafirmar constantemente tu decisión de vivir. Toma la decisión de que no quieres morir, y entonces no te permitas la posibilidad de morir. Simplemente recházala. Toma el control de tu propia vida. Pensar en suicidarse es un hábito. Cámbialo, como cambias otros malos hábitos en tu vida como comerte las uñas, chuparte el pulgar o fumar. Tú puedes reemplazar el hábito de los pensamientos suicidas por un buen hábito como mirar fotos de tus hijos o nietos jugando con tu perro, por ejemplo.


Arma una red de apoyo



Haz una lista de personas que quieres y confías, con las cuales te sientas más confortables, y sientas que te entienden. Estas personas deben estar familiarizadas con los cambios de humor (vos mismo podes enseñarles). Las personas de tu grupo de soporte son buenas opciones porque entienden lo que te pasa. Sin embargo, cuando estén teniendo problemas de cambios de humor ellos mismos, trata de recurrir a alguien más. Idealmente, deberían ser miembros de tu familia estables y comprensivos, profesionales de la salud (médicos, psicólogos, etc) y los equipos de salud mental cercanos o líneas telefónicas. 

Pregunta a esas personas si están dispuestas a formar parte de tu grupo de apoyo. Si aceptan, pasa algún tiempo con ellos enseñándoles sobre el problema, contándoles tu experiencia, explicándoles los posibles escenarios con los que se encontrarán y en los que pedirás ayuda, y la clase de cosas que necesitas que hagan en determinado momento. Si aceptan tomar esta responsabilidad, comparte toda la información que sepas acerca de tu problema y tus sentimientos. Arregla para que ellos te visiten acompañados de un profesional de la salud mental si crees que es necesario.

También ayuda el unir a aquellas personas de tu grupo de soporte para que se conozcan y se sientan cómodos trabajando cuando la necesidad apremie. Puedes hacer una reunión amena en tu casa o en un café cuando te sientas bien, y anticipar los momentos en los que los necesitarás. Una conversación informal sobre lo que deberían hacer es suficiente.

Necesitas al menos cinco personas para asegurarte que una esté disponible en caso de crisis. Nunca esperes que alguna de esas personas esté siempre disponible en todo momento.
Idealmente, la gente en tu sistema de apoyo te conocerá tan bien que será capaz de señalar los cambios abruptos de ánimo incluso antes que tú mismo, y te asistirá prontamente para disuadir cualquier curso de acción inapropiado.

Haz un pacto con estas personas de que las vas a contactar cuando sientas deseos de suicidarte. Arregla permanecer con ellos hasta que te empieces a sentir mejor, y te consigan ayuda. Dales el permiso para hacer lo que sea que deban hacer para mantenerte a salvo. Recuerda, estas son personas en las que confías y que se preocupan por ti. A cambio de su promesa de ser parte de tu grupo soporte, les prometerás llamarlos a cualquiera de ellos sin fallar cuando sientas deseos de suicidarte.

Regula la medicación que está a tu alcance

Elimina todas las drogas viejas que hay en tu casa (incluso las que guardas en el fondo del cajón “por si pasa algo”). Tíralas por el inodoro. Líbrate de todas. Y dile a las personas de tu grupo de apoyo lo que has hecho.
·        
Habla con tu doctor sobre cualquier tendencia suicida que tengas. Para tu propia protección, pide que te hagan las recetas con la mínima cantidad de medicación posible. 


Elimina todos los elementos cortantes y armas de fuego de tu alcance

Se precavido al manejar

Si te sientes deprimido o tienes ideas suicidas, dale las llaves de tu auto a un miembro de tu grupo soporte. Tomo el transporte público, haz que te lleven ya que no es seguro que estés conduciendo.

Expresa tus emociones



Conversa con algún miembro de tu grupo soporte. Deja salir tus sentimientos. Llora, grita, patea, golpea almohadones (cualquier cosa que te libere de esas tensiones oscuras) en vez de golpear cosas, a alguien o lastimarte a ti mismo. Trata de turnar a los miembros de tu grupo ya que esta tarea puede ser muy estresante. Pero trata de hacerlo al menos una hora al día.

Busca apoyo

Nunca te quedes solo cuando estás teniendo ideas suicidas, a pesar de que quieras estarlo. Siempre debes tener a alguien cerca, sin excepciones. Es duro, pero es absolutamente esencial. Vas a querer que todo el mundo se vaya, pero no los dejes. Tu vida puede depender de eso mismo. Debes educarlos a los miembros de tu grupo soporte para que no te dejen solo.
Recuérdate lo bueno que eres, y lo bueno que es estar vivo
Cuelga fotos de tus seres queridos o mascotas en varios lugares de la casa. Haz una lista de halagos y ponla en la heladera y otra al lado de tu cama. Cuando sientas deseos de suicidarte, mira estas cosas y recuerda por qué deberías vivir.

“Yo tengo un mural en el pasillo con fotos y cartitas de personas importantes. Ese mural me ha ayudado a pasar muchos momentos difíciles”

Traducido de The Depression Workbook de Mary Ellen Copeland, New Harbinger Publications, Inc.
Lic. Laura Valdez

lunes, 8 de octubre de 2012

lunes, 21 de mayo de 2012


Esclavos y angustiados

Un estudio de salud mental enciende una luz roja: uno de cada cuatro habitantes porteños presenta problemas de ansiedad y/o depresión. Especialistas analizan el origen
Taquicardia, temblores, sofocones, hormigueos en las manos, en los labios, dolor en el pecho, transpiración, sensación de irrealidad. Miedo a morir. Miedo a volverse loco.
Las personas que sufren ataques de pánico conocen de memoria este desagradable inventario de síntomas, que suelen aparecer de forma repentina y simultánea. El ataque de pánico (también llamado “crisis de angustia”) es quizá la manifestación más conocida de la ansiedad extrema (sin duda la que más prensa tiene), y puede ser parte de varios cuadros psicopatológicos, muy especialmente de los llamados “trastornos de ansiedad”.
Considerados en su momento como “la epidemia silenciosa del siglo XXI”, y con frecuencia subestimados como verdaderos problemas de salud mental, los trastornos de ansiedad no cuentan con datos oficiales actualizados acerca de cuántos argentinos los sufren.
Dos estudios piloto, uno realizado por el Instituto de Investigaciones de la Facultad de Psicología de la UBA y otro por el equipo de psicólogos del Hospital Argerich, arrojaron, sin embargo, una alarmante proporción: uno de cada cuatro habitantes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (es decir, el 25% de su población) presenta problemas de ansiedad y/o depresión.
En el mundo, se estima que unos ciento veinte millones de personas viven día a día bajo su yugo, y “yugo” no es tanto una metáfora como una realidad: los trastornos de ansiedad pueden resultar esclavizantes y disminuir notablemente la calidad de vida de quienes los padecen.
¿Cuáles son estos trastornos? La Asociación Americana de Psiquiatría los ha categorizado en trastorno de pánico con y sin agorafobia, fobia específica, fobia o ansiedad social, trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno por estrés postraumático y trastorno de ansiedad generalizada. Podría decirse que el denominador común de todos ellos es el miedo. Pero mientras el miedo es una herramienta primitiva de supervivencia, que nos ayuda a procesar las amenazas y los peligros y actuar en consecuencia, la ansiedad es una respuesta emocional más prolongada, que se activa frente a situaciones que la persona considera impredecibles o incontrolables y por tanto potencialmente amenazantes.
La diferencia es sutil, pero necesaria, pues da cuenta del grado de sofisticación que puede alcanzar la ansiedad, y por lo tanto del hecho concreto de que cada paciente ansioso lidia con demonios que le son absolutamente propios.
Los psicólogos Ricardo Rodríguez Biglieri y Giselle Vetere, egresados de la Universidad de Buenos Aires y con nutridos antecedentes en tratamiento e investigación de la ansiedad, acaban de publicar el libro Manual de Terapia Cognitiva Conductual de los trastornos de ansiedad: una herramienta imprescindible para difundir una alternativa terapéutica que tiene una larga trayectoria y que ha demostrado ser sumamente efectiva para el abordaje del diagnóstico de ansiedad. A diferencia de otros países, en la Argentina las terapias cognitivas conductuales no tienen aún difusión suficiente a pesar de contar con especialistas excelentes, varios de los cuales comparten las páginas del libro.
Si bien esta terapia surgió en Estados Unidos a principios de los años 60, sus principios se remontan a los inicios de la era cristiana. El filósofo griego Epicteto sostenía que no eran los hechos objetivos los que perturbaban la dinámica del alma, sino la interpretación que hacemos de ellos. En este sentido, el postulado central de la terapia cognitiva es que la lectura particular que hacemos de la realidad influye en nuestro sentir y comportamiento. Los hechos en sí (o “la cosa en sí” que pregona Kant) no significan nada; es el hombre quien les otorga significados: cada psiquis cumple con la tarea constante de procesar y ordenar los estímulos externos e internos para darles sentido y construir una visión coherente de uno mismo y del mundo. Si la cognición es el conjunto de procesos y estructuras que intervienen en el procesamiento de la información, la terapia cognitivo conductual trabaja sobre dichas estructuras y sus complejos componentes (creencias, pensamientos automáticos, emociones, etc.), motivando en el consultante la búsqueda de respuestas. En palabras de Rodríguez Biglieri y Vetere, esta terapia supone un “proceso de aprendizaje activo, de tipo experiencial, que busca que el paciente desarrolle nuevas habilidades de afrontamiento que le permitan superar sus problemas y dirigirse hacia sus propios objetivos vitales”.
En sus más de cuatrocientas páginas, distribuidas en los conceptos básicos de la terapia cognitiva, la tipología de los trastornos, sus alternativas de tratamiento y los desafíos y líneas de investigación futuras, el Manual supone un verdadero hito para los terapeutas y estudiantes de habla hispana: Rodríguez Biglieri y Vetere son conscientes de la escasa disponibilidad de textos en español sobre el tema.
Además el libro contó con el aporte directo de los prestigiosos psicólogos Aaron T. Beck y David A. Clark. Beck es el padre de la terapia cognitiva y considerado por la American Psychological Association como uno de los cinco psicólogos más influyentes de la historia. Clark es un referente ineludible de la terapia cognitiva para los trastornos de ansiedad a nivel mundial.
El Manual, que presenta información actualizada, siempre contextualizada e históricamente fundamentada, es otro grano de arena para que la “epidemia silenciosa del siglo XXI” rompa, finalmente, el silencio.
Nota recortada de la revista Eñe, por Ana Prieto.